Perspectivas

17 mayo 2022

Cuando el líder se siente un impostor

¿Sientes que no estás a la altura del trabajo que desempeñas?, ¿tu actual posición te genera angustia? Puede que seas víctima del síndrome del impostor, un problema psicológico que sufren siete de cada diez profesionales, pero que es posible superar.

Resulta paradójico pero una carrera profesional exitosa puede generar problemas de autoestima. “No voy a ser capaz”, “nunca debí aceptar esa responsabilidad”, “no estoy preparado”… cuando esta visión túnel nos impide pensar y actuar como acostumbramos, puede que estemos a las puertas de un problema.

El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico en el que el afectado es incapaz de reconocer sus propios logros y valía personal. Son personas que tienen dificultades para asumir su éxito, sintiendo que son un fraude.

Falta de promoción profesional y sueldos más bajos son dos de las consecuencias laborales que los expertos relacionan con este problema, pero de persistir puede generar ansiedad y depresión, por lo que quienes piensan que están viviendo esta situación deben tomar medidas.

Llegados a este punto, hay que señalar que el fenómeno del impostor no está reconocido como una enfermedad mental. Así lo defiende el influyente Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales, de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Sin embargo, se trata de un problema cada vez más común.

Siete de cada diez se sentirán impostores

Esta problemática fue detectada en 1978, cuando las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Inmes lo identificaron en mujeres profesionales de éxito (The Imposter Phenomenon in High Achieving Women). Si bien poco tiempo después se comprobó que también afectaba a los varones, aunque en menor medida.

Ya en 2011, un estudio clínico concluyó que el 70% de las personas creen no merecer su puesto profesional a lo largo de la vida. El doctor Jaruwan Sakulku publicó su artículo The Impostor Phenomenon (International Journal of Behavioral Science), relacionándolo con antecedentes de entornos familiares competitivos con críticas habituales sobre el rendimiento académico y personalidades en exceso autoexigentes.

Cinco comportamientos que conducen al síndrome del impostor

Un paso adelante en la identificación del síndrome, lo dio la doctora Valerie Young, también en 2011, al categorizar en cinco los comportamientos relacionados en su libro The Secret Thoughts of Successful Women. Aunque la perspectiva volvía a ser femenina, se trata de comportamientos ampliables a ambos sexos:

  1. La perfeccionista. Son aquellas que se recrean más en el error que en el logro, por lo que consideran no ser merecedoras de la posición alcanzada o el merecimiento recibido. Se sienten impostoras al considerar que su mérito sólo responde a un esfuerzo casi sobrehumano, una presión que las atenaza.
  2. La individualista. Con una personalidad marcadamente independiente, asume las tareas de forma individual. Siente que pedir ayuda es símbolo de debilidad, y esa incapacidad para delegar, esconde el miedo irracional de que algún colaborador pueda conocer sus debilidades, su escasa valía.
  3. La experta.  «La experta es al conocimiento lo que la perfeccionista es a la calidad», explica Valerie Young. Se corresponde con esa persona que se siente en la obligación de saberlo todo de todo, una autosuficiencia que la frena a la hora de optar a procesos de selección para promocionarse, lo que la condena a la insatisfacción.
  4. La superdotada. Una brillantez mal gestionada, le genera estrés que no se aborden las tareas con la rapidez, eficiencia y éxito que ella se autoexige. Son personas que se frustran con rapidez cuando el proyecto no avanza como estaba programado, cuando un problema rompe su dinámica de perfección.
  5. La supermujer. Asume tal presión en lo laboral, familiar y personal, que siente no estar nunca está a la altura de sus propias expectativas. Un comportamiento que Young considera especialmente peligroso para su salud mental y sus relaciones sociales.

Cómo superarlo

Como se ha señalado, no hablamos de una enfermedad, pero un síndrome del impostor prolongado en el tiempo puede generar problemas mentales mayores. Además, evidencia ciertos sesgos de pensamiento y conducta que conviene enmendar. Razón que en algunos casos justifica acudir a un especialista, psicólogo mayormente, para recibir consejo profesional.

En muchos otros casos, es suficiente con tomar consciencia del problema para vencer esa sensación de no ser merecedor de los logros laborales alcanzados, y prepararse para el siguiente puesto de liderazgo con una mentalidad positiva.

Asume que hay un problema

Cuando una serie de pensamientos recurrentes impiden el desempeño en las condiciones habituales y hay pérdida de control frente al error o el fracaso, hay un problema. Llega el momento de asumirlo, tratar de identificar las causas y empezar a trabajar en la superación.

Diez consejos para activar el cambio

  1. No te compares con otras personas. Trata de reconciliarte con tu persona y con cómo te sientes. Observa a los demás desde el aprendizaje, pero de igual a igual.
  2. No eres perfecto. Y no pasa nada. Reconocerlo no va a impedirte alcanzar la excelencia en tu labor como abogado. Además, te ayudará a asumir el error con naturalidad, buscando el aprendizaje, y reaccionando sin bloquearte.
  3. Aprende a recibir las felicitaciones. Reaccionar con excusas cuando alguien te da un feedback positivo no es lo natural. Si alguien quiere alagar tu trabajo, al menos dale las gracias, y permite que esas palabras te impacten de forma positiva.
  4. Encaja las críticas. No las vivas como un fracaso personal. Analiza qué hay de cierto en ellas para extraer aprendizajes, y olvida lo que no esté justificado.
  5. Piensa y exprésate en positivo. Trata de tener una actitud más positiva frente a tus obligaciones y abandona coletillas del tipo “no es cuestión de mérito, es solo trabajo”, “todo el mundo habría hecho lo mismo” y “he tenido mucha suerte”. O peores aún: “Con esto no voy a poder”, “de esta me echan del trabajo”…
  6. Identifica tus fortalezas. Haz un listado con tus puntos fuertes, con humildad, pero realismo. Recordarte tus habilidades y los éxitos alcanzados es muy útil para disipar esa sensación de impostor.
  7. Detecta tus falsos errores. Otro de los ejercicios que aconsejan los terapeutas es echar la vista atrás buscando situaciones concretas en las que te sentiste impostor. Ver con la distancia del tiempo que aquello que viviste con tanta preocupación no estaba justificado, e incluso que fuiste capaz de solucionarlo con éxito, ayuda a dimensionar con más realismo la problemática actual.
  8. Expresa tus sentimientos. Para muchas personas es de gran utilidad verbalizar el problema. Siempre hay que sincerarse con la persona adecuada, y posiblemente sea mejor buscarla fuera del contexto profesional más inmediato para poder expresarse con mayor libertad.
  9. No procrastines. Postergar tareas y decisiones por miedo es una fuente de ansiedad fácilmente evitable.
  10. Y si no funciona, acude a un profesional. Si consideras que eres incapaz de romper esta dinámica por los propios medios, busca un profesional. En muchos casos, unas pocas sesiones son suficientes para conocer y ejercitar esas herramientas que van a convertir el síndrome del impostor en un problema del pasado.