Por: Sabrina Femenia, directora de Innovación y Desarrollo de Negocio del Instituto de Gobernanza Empresarial
La sostenibilidad como eje estructural de la empresa
En la última década, la sostenibilidad ha dejado de ser un asunto periférico para convertirse en un elemento estratégico de primer orden. Ya no puede limitarse a un departamento aislado ni a un ejercicio reputacional. Como subraya Sabrina Femenia, directora de Innovación y Desarrollo de Negocio del Instituto de Gobernanza Empresarial, “el órgano de gobierno es el garante de que la sostenibilidad deje de ser discurso para convertirse en estrategia integrada, generando valor económico, social y ambiental a largo plazo”.
Esto implica que los consejos de administración y los comités de dirección deben evolucionar hacia un rol transformador. La sostenibilidad no es únicamente cumplimiento normativo: es innovación, resiliencia y competitividad. Los riesgos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) condicionan la viabilidad del negocio, pero también representan una fuente de oportunidades que solo un liderazgo preparado sabrá aprovechar.
Cambios estructurales necesarios
Para que la sostenibilidad sea realmente integral debe estar presente en la gobernanza, los procesos y la cultura de la organización. Requiere objetivos claros, medibles y vinculantes desde el Consejo, así como indicadores robustos que permitan supervisar su cumplimiento.
Femenia advierte que aún persisten carencias en la alta dirección para liderar en este contexto. Se necesitan más formación en ESG, visión estratégica y liderazgo adaptativo. La preparación pasa por anticiparse a cambios regulatorios, reforzar el diálogo con los grupos de interés y asumir la sostenibilidad como materia indelegable.
Liderar con propósito en un entorno BANI
La pérdida de confianza en el capitalismo tradicional refuerza la necesidad de un liderazgo diferente. Hoy, la legitimidad social es tan estratégica como la rentabilidad financiera. No basta con maximizar beneficios: es imprescindible generar valor sostenible a largo plazo, responder a las expectativas de todos los stakeholders y ejercer un liderazgo basado en propósito, ética y transparencia.
En entornos BANI (frágiles, ansiosos, no lineales e incomprensibles), esta legitimidad se convierte en un activo crítico para la supervivencia de las organizaciones. De ahí la importancia de medir la gobernanza sostenible no solo con métricas financieras, sino con indicadores que reflejen independencia, diversidad, ética, transparencia y gestión de riesgos ESG.
Los riesgos de no actuar
Ignorar aspectos como la diversidad, el envejecimiento de la plantilla o el impacto climático expone a las empresas a riesgos estratégicos y reputacionales de enorme magnitud. La falta de políticas inclusivas limita la innovación y la atracción de talento; no integrar los riesgos climáticos en el mapa corporativo puede derivar en costes regulatorios, financieros y operativos significativos.
En conjunto, la omisión de estas dimensiones compromete la resiliencia y la competitividad de la empresa en el largo plazo. Como resume Femenia: “Sostenibilidad es que la empresa perdure en el tiempo, no es algo opcional”.
Evitar el greenwashing desde la gobernanza
Uno de los grandes retos actuales es evitar caer en el greenwashing, el riesgo de comunicar compromisos sostenibles sin una base sólida que los respalde. Para ello, la portavoz del IGE es clara: solo se evita gestionando con rigor, transparencia y verificación independiente.
El consejo de administración debe alinear compromisos ESG con la estrategia de negocio, dotarlos de métricas auditables y garantizar sistemas de control efectivos. La creación de comités de sostenibilidad o híbridos —que combinen especialización y transversalidad— refuerza la credibilidad de lo reportado.
Buenas prácticas y colaboración necesaria
Las organizaciones que están liderando transformaciones sostenibles comparten algunos patrones:
- Integran la sostenibilidad como materia indelegable en la agenda del consejo.
- Vinculan objetivos ESG a la estrategia y a la remuneración de la alta dirección.
- Incorporan consejeros con experiencia en sostenibilidad.
- Alinean el reporting con estándares internacionales y cuentan con verificación externa.
Además, Femenia recalca que acelerar este cambio exige colaboración entre el mundo académico, las instituciones y la empresa. La academia aporta conocimiento e investigación; las instituciones, marcos normativos e incentivos; y las empresas, el contacto directo con la realidad productiva. Solo la interacción de estos tres pilares permite avanzar hacia modelos responsables, escalables y de impacto real.
El liderazgo del futuro
Los líderes del futuro deberán conjugar visión estratégica, ética y capacidad de adaptación con competencias en sostenibilidad, finanzas verdes y gestión de riesgos climáticos y sociales. La capacidad de diálogo con stakeholders diversos y la orientación a la innovación serán esenciales para guiar empresas sostenibles y resilientes.
En definitiva, la sostenibilidad no es un “extra”. Es el eje que asegura la legitimidad y la competitividad a largo plazo de las organizaciones. Integrarla en la gobernanza empresarial no es solo una obligación regulatoria: es la única vía para generar confianza, impulsar la innovación y garantizar la continuidad del negocio en un mundo en transformación.