Perspectivas

26 mayo 2022

¿Por qué las empresas dirigidas por mujeres son más competitivas?

Tras asumir los roles masculinos en el modelo de mando de las empresas durante el último tercio del siglo XX, las mujeres despliegan en el siglo XXI un liderazgo feminizado. Descubrimos cuáles son sus poderes.

Los indudables avances de la mujer hacia la igualdad laboral con los hombres, parece tener en las posiciones ejecutivas y de mando su último estigma. Mientras que los índices de matriculación femenina en posgrados universitarios oficiales son del 55,4% (INE curso 2020-2021), su presencia en los órganos de dirección de las empresas del mercado continuo español fue del 25,80% en 2021, según el X Informe mujeres en el IBEX-35.

Cada vez más estudios identifican la singularidad del liderazgo de la mujer en la empresa. Un paso esencial para avanzar en la rotura del llamado techo de cristal, de cemento en opinión de muchas. Estudios que ponen en valor la importancia de un modelo más equilibrado de las relaciones laborales, pero también las ventajas de ubicar a la mujer en los puestos de dirección, en el liderazgo organizacional. Todo ello, además, en un contexto de creciente puesta en valor de la multiculturalidad, de la necesidad de las organizaciones para mostrarse más sensibles frente a una realidad cada vez más heterogénea.

¿Hay un liderazgo femenino?

La capacidad de un individuo para influenciar las actividades de otros miembros de un grupo hacia la consecución de objetivos grupales. Esta es la idea de líder, desde que Ralph M. Stogdill definiera el concepto en 1959.

Un concepto en origen más sociopolítico, que con el paso de los años se ha adaptado a las organizaciones profesionales, hasta que en los años 90 del pasado siglo, se asimiló al de director en muchos ámbitos. De este modo, al manager cada vez más se le exige amplia visión de futuro, capacidad de cambio y cualificación para el cambio.

Valores tradicionalmente atribuidos al líder, en concreto, al masculino. De hecho, la tendencia más común en las primeras mujeres directivas fue la de asumir como propio el modelo ya asentado en la organización, el de los hombres.

Pero la periodista y escritora Sally Helgesen, especializada en liderazgo femenino, ya denunció en los años 90 que pese al esfuerzo para asimilarlo como propio, muchas de esas conductas les resultaban ajenas.

El cambio llegó impulsado por autoras como Helen Fisher (El primer sexo, publicado en 2000) cuando afirmaba, “el gran reto de las mujeres es la seguridad, que no se consigue nunca mediante lo que no eres”. De este modo, a medida que el siglo XXI avanza, lo hace también un modelo de entender el liderazgo que comparte con el masculinizado muchas características, pero que sobre todo reivindica la diferencia para ser ejercido con libertad y responsabilidad.

Cómo es el estilo de liderazgo femenino

Pero, ¿de qué modo se benefician las organizaciones que apuestan por empoderar a las mujeres a los puestos directivos?

“Este estilo de liderazgo puede ser descrito como multidireccional y multidimensional, más firme y constante, más creativo, generador de una mayor cohesión en los equipos y con una mayor incorporación de la inteligencia emocional, lo cual genera enfoques consultivos y cooperativos”.

Así lo describen Rosa Escapa Garrachón y Luz Martínez Ten en Estrategias de liderazgo para mujeres directivas. Esta publicación marca una hoja de ruta para que las mujeres directivas desarrollen su propio modelo, pero potenciando esas señas de identidad que los muchos estudios sobre el liderazgo femenino actuales atribuyen a un modo de hacer diferente.

Centrado en las personas

La mujer acostumbra a dar un trato más individualizado a las personas, lo que le permite potenciar sus soft skills, un tipo de habilidades muy valoradas en la gestión.

Se trata además de un liderazgo más empático, lo que mejora el compromiso de la plantilla con la misión de la empresa al existir una conexión más emocional. La mujer apuesta por crear redes de confianza, incluso relajando algunas medidas de control, quizá por la importancia que para ella tiene la conciliación de la vida laboral y familiar.

Cooperativo

Las mujeres valoran más la distribución de poder que la acumulación. Una afirmación de Marilyn Loden, creadora de la expresión “techo de cristal” que, ya en los años 80, defendió que el liderazgo de la mujer es más inclusivo. Y a una mayor implicación del equipo, muchos autores asocian una mayor eficacia: fruto de un grupo de trabajo en el que todos aportan, sube la productividad.

Mayor consenso hay en que este modelo horizontal de dirección enriquece las soluciones y propuestas al incorporar en mayor medida el análisis de los otros miembros del grupo, frente a una toma de decisión final más unipersonal del liderazgo masculino.

Confiable

La misión de una organización liderada por una mujer suele resultar más creíble. El liderazgo femenino parece merecer más confianza, y sus plantillas consideran que el trabajo que desempeñan revierte de modo más positivo en la comunidad.

Primar la cooperación sobre la competición, y compartir de un modo más evidente y efusivo el éxito empresarial con las plantillas, podrías estar detrás de esta capacidad más propia del liderazgo femenino que masculino.

Resolutivo

También se atribuye a la lideresa una resolución más eficiente de los problemas. Esta afirmación deriva de un modo de actuación menos procrastinador, cuando se detecta un problema se invierten esfuerzos en resolverlo.

El modelo femenino suele combinar el trabajo racional con el intuitivo, por lo que quizás no requiera del conocimiento y control de tantas variables para decidir y actuar.

Mayor inteligencia emocional

Las mujeres obtuvieron calificaciones más altas en prácticamente todas de las 12 competencias básicas de la inteligencia emocional. Lo defendió un estudio de Korn Ferry, en el que analizaron en 55.000 directivos de todos los niveles sus habilidades emocionales, siguiendo el modelo de Emotional and Social Competency Inventory (ESCI). El resultado fue que con excepción del autocontrol emocional, donde no se observaron diferencias de género, las mujeres consiguieron una mayor puntuación media.

Todo esto indica un mejor manejo de conflictos o mayor empatía y resiliencia, aspectos esenciales para un liderazgo efectivo hoy.