Contribuir al interés general forma ya parte de la misión de cualquier empresa. Y la fundación corporativa es uno de los motores que impulsa el bien común.
“La fundación corporativa es importante tanto para la empresa como para la sociedad”. Ana Sesé, presidenta de Fundación Sesé y miembro del Club de Consejos del Instituto de Gobernanza Empresarial, explica el valor que este compromiso aporta a una empresa con una visión profesional y pragmática sobre “una herramienta que nos permite realizar cambios, y conseguir impactos positivos en la sociedad en la que actuamos”.
Una fundación corporativa es un motor de cambio y evolución hacia una mejor sociedad, pero con un efecto búmeran, ya que también enriquece a la organización que la impulsa: “En la medida en que desarrolla voluntariado corporativo, los empleados pueden participar activamente en proyectos sociales fortaleciendo su vínculo. Al mismo tiempo, puede mejorar la imagen de la empresa, demostrando su compromiso con la sociedad y su preocupación por el bienestar general”.
Así lo defiende la presidenta de Fundación Sesé, organización que trabaja por el desarrollo social y laboral, en especial de personas con discapacidad y en riesgo de exclusión. Su acción comprende diferentes líneas como proyectos de formación y empleo, y programas de asistencia alimentaria y acompañamiento. Experiencias que Ana Sesé vuelca en este recorrido sobre la aportación de la fundación corporativa.
¿Qué aporta una fundación a la organización?
“En general, la creación de fundaciones corporativas es una práctica cada vez más común en todo el mundo, muchas empresas han establecido fundaciones como parte de su estrategia de responsabilidad social empresarial y compromiso con la comunidad”, explica Sesé.
En el caso de España, operan unas 730 según el informe Fundaciones Corporativas en España, de PwC y CEOE Fundación, presentado en noviembre de 2020. Número que ubica a la fundación corporativa española en un relevante puesto en el contexto europeo, siendo una figura habitual en grandes empresas y en sectores como la banca, la energía o la alimentación.
En conjunto, el parque de fundaciones españolas es aún superior, de unas 12.921, de las que 903 pertenecen a la Asociación Española de Fundaciones (AEF).
Es sencillo identificar los beneficios en términos de imagen y reputación que la fundación aporta a una empresa, pero Sesé insiste en otros menos evidentes: “Los empleados pueden sentirse más comprometidos con la empresa si ven que ésta se preocupa por las mismas causas que ellos. Además, la participación en proyectos de voluntariado mejora la satisfacción de los empleados. Por otro lado, una fundación corporativa puede diferenciar a una empresa de sus competidores, y atraer a consumidores o empleados que valoran la responsabilidad social”.
¿Cómo vincular la fundación a la estrategia de la empresa?
Pero no basta con firmar el acta constitutiva de una fundación. Es importante que su acción esté imbricada con la misión y valores empresariales, sin duda, la mejor manera de asegurar que forma parte de su cultura.
Sesé recomienda “identificar las áreas de actuación en las que quiere concentrar la actividad, y que éstas sean relevantes para la empresa”. Se trata de “establecer objetivos comunes entre empresa y fundación, y fomentar la participación de los empleados en la actividad de la fundación”.
En tercer lugar, es importante saber qué logros alcanza, para lo que es necesario establecer medidores que aporten datos objetivos del impacto de su actividad. Y por último, compartir a través de las acciones de comunicación esos resultados a los grupos de interés, como empleados, clientes, proveedores y el entorno donde actúa la empresa.
¿Cómo crear un buen patronato?
En buena medida, el éxito en el largo plazo de esta fundación corporativa va a depender de la estructura de gobierno que la empresa o empresas impulsoras sean capaces de construir.
Punto sobre el que Sesé señala la importancia de definir los roles y responsabilidades de los miembros del patronato. Hablamos del organismo central en la organización: “Es el encargado de tomar las decisiones estratégicas y de supervisar la gestión de la fundación, garantizando la coherencia con los objetivos de la fundación”. Todo en un escenario de enriquecedor debate y participación entre cada uno de sus miembros.
De ahí que la recomendación de esta experta incida en hacer una adecuada selección de cada patrono para que “aporte conocimientos y experiencia relevantes”. Pero la fundación debe contar también con sus propios mecanismos internos de control, “un sistema de seguimiento y evaluación que asegure que se están cumpliendo objetivos y responsabilidades”.
¿Qué fuentes de financiación puede tener una fundación?
Una de las preocupaciones de cualquier organización interesada es cómo financiar su fundación de una manera sostenible en el tiempo. Inquietud para la que no hay una única respuesta.
Aportaciones de la empresa y donaciones de particulares interesados en las causas que promueve son las vías más recurrentes, pero no las únicas. La financiación de una fundación también es soportada por actividades relacionadas con su misión, la captación de patrocinio de empresas y las subvenciones de instituciones públicas, entre otras.
Momento en el que Sesé recuerda que “algunas fuentes de financiación están sujetas a regulaciones específicas, y es fundamental asegurarse de cumplir con todas las normativas y requisitos legales en la obtención de fondos”. Cautela que pasa por “asegurar una gestión financiera responsable y transparente que asegure el buen uso de los recursos obtenidos”.
¿Es importante comunicar?
Sin duda alguna. En la medida en que la fundación sea capaz de hacer partícipe a sus grupos de interés y a la sociedad en general de su contribución, su acción se verá amplificada en todas las direcciones, también desde el punto de vista reputacional. Por eso es importante abordar esta tarea desde una doble óptica.
Comunicación interna
“La comunicación interna en la empresa es crucial para generar un sentido de orgullo de pertenencia y motivación entre los empleados”, resume Sesé.
En su opinión, “hay que comunicar de manera clara y regular los logros de la fundación. De esta manera, los empleados sienten que forman parte de una organización que tiene un impacto positivo en la sociedad y en la comunidad en la que opera”.
Comunicación externa
Se debe definir una estrategia de comunicación que incluya objetivos, mensajes clave, canales de comunicación, público objetivo, etc. “Esto permite transmitir de manera efectiva el mensaje y hacerlo más relevante para su público objetivo. Es también clave crear contenido de calidad que resalte nuestros logros, y colaborar con los medios de comunicación para obtener mayor visibilidad”.
¿Hay que establecer un marco de colaboración?
En función de los objetivos y necesidades específicas de cada organización, una fundación corporativa puede establecer diferentes alianzas. Ana Sesé diferencia entre cuatro modelos de colaboración, si bien “todos ellos pueden ser igual de efectivos para alcanzar diferentes objetivos”.
- Colaboración estratégica: “La fundación puede enfocarse en iniciativas que aporten valor a la empresa y que refuercen su imagen corporativa”.
- Colaboración de impacto social: “Puede trabajar en áreas en las que la empresa tiene poca presencia, y puede colaborar con otras organizaciones para maximizar el impacto de sus iniciativas”.
- Colaboración de responsabilidad social: “Puede colaborar en iniciativas que mejoren la calidad de vida de la comunidad. Además de aportar recursos, puede fomentar la participación de los empleados en las iniciativas de la fundación”.
- Colaboración de innovación social: “La fundación puede colaborar con otras organizaciones y empresas para desarrollar nuevas soluciones. Y la empresa, además de recursos, puede aportar experiencia y conocimientos en áreas específicas”.
¿Cómo evaluar el impacto real de la fundación?
Se indicaba desde el comienzo: “Hay que tener objetivos claros y medibles”. Esto implica tanto incluir metas a largo plazo, como objetivos específicos para uno de los programas o proyectos que la fundación lleva a cabo.
Una vez establecidos, hay que definir las métricas e indicadores que permitan medir el impacto de la acción de la fundación en cada uno de ellos. El modelo debe prestar atención y medios para una recopilación de calidad de estos datos, que van a servir de base para la evaluación del impacto. Una vez recopilados, deben ser analizados y comparados con los indicadores previamente definidos.
Pero todo este esfuerzo de poco servirá, si la fundación no es capaz de “utilizar los resultados para mejorar los programas y proyectos, y ajustar los objetivos y las métricas en función de las lecciones aprendidas”. Es el inicio de un ciclo virtuoso que permitirá a la fundación corporativa crecer en su ambición social y también, por qué no decirlo, empresarial.