Mario Draghi lanza una hoja de ruta que podría definir a la Unión Europea. El objetivo de su informe es recuperar la competitividad económica en Europa.
“Solo cuatro de las 50 mayores empresas tecnológicas del mundo son europeas”. Un único dato con el que Mario Draghi visualizaba la pérdida de competitividad de esta región económica frente a Estados Unidos y China. Apostar por el sector industrial, ajustar los precios de la energía a las tarifas de otros mercados y profundizar en la seguridad autónoma europea, son tres de las principales medidas de unas propuestas que deben ser analizadas desde los consejos de administración de cualquier empresa.
La Comisión Europea puso en manos del 67º expresidente del Consejo de Ministros de Italia la elaboración de un análisis sobre el estado de la economía en Europa y sus medidas de reactivación. El veterano economista, que fuera entre otras importantes responsabilidades, expresidente del Banco Central Europeo y exgobernador del Banco de Italia, presentó el pasado mes de septiembre el informe El futuro de la competitividad europea.
El impacto de esta reflexión fraguada durante un año ha sido notable. El informe Draghi pretende acabar con hechos como que la Unión Europea dependa de terceros países para cubrir el 80% de los productos, servicios e infraestructuras digitales que necesita. Para lograrlo, estructura sus propuestas en tres áreas de crecimiento económico: la reducción de la brecha de innovación con Estados Unidos y China apostando por una industria más innovadora; un plan conjunto de descarbonización y competitividad; y el fortalecimiento de la seguridad sin dependencias de terceros.
Todos ellos, objetivos que, de momento, entiende compatibles con el actual sistema de protección social europeo. Y se puntualiza “de momento” porque, en opinión de Draghi, “nunca en el pasado la escala de nuestros países había parecido tan pequeña e inadecuada en relación con la magnitud de los retos”. Un mensaje que reforzó con expresión más cruda en su encuentro con la prensa, al afirmar que si la UE no tomaba medidas, comprometerá su bienestar, su medio ambiente y su libertad. “Hagan esto o será una lenta agonía”, escucharon los periodistas.
Lecciones para la gobernanza empresarial
Tras la larga reflexión de un año desde que recibió el encargo, y avalada por una larga y respetada trayectoria profesional, la aportación de Mario Draghi puede leerse como una hoja de ruta. Una vía para que la Unión Europea recupere la ilusión por un proyecto que el italiano considera imprescindible para que las naciones europeas se enfrenten a los retos del siglo XXI.
En una opinión vertida en 328 páginas, impulsar la competitividad requiere de racionalizar la burocracia impuesta desde los organismos de la UE, avanzar hacia unas políticas industriales más integradas y con el foco más puesto en los sectores que en las propias empresas.
Mención aparte merece la regulación, punto donde el economista exhibe su discurso más crítico. Pero las empresas tienen mucho que decir y aportar en este macroesfuerzo para que Europa recupere un perfil que permita negociar desde su plena independencia de tú a tú con sus dos grandes competidores, EE. UU. y China
Centrados en el mercado europeo
“La política comercial debe estar totalmente alineada con la estrategia industrial europea”.
Draghi afirma que “la era del libre comercio global gobernado por instituciones multilaterales parece estar llegando a su fin, y la política comercial de la UE ya se está adaptando a esta nueva realidad”. Aunque aconseja a la Unión Europea continuar con sus esfuerzos para reformar la Organización Mundial del Comercio (OMC), afirma que “la UE debe adaptar su política comercial a una nueva realidad”. Y el consejo pasa por potenciar el mercado interior sin renunciar a la globalización.
Más subvenciones europeas y menos ayudas estatales
Uno de los puntos que más ha llamado la atención sobre la financiación de la empresa es la defensa de Draghi por un modelo poderoso de subvenciones europeas. Se propone como una medida alternativa al actual modelo de ayudas nacionales “que distorsiona menos y contribuye a profundizar en el mercado único, ya que ofrecería una mayor armonización de la situación entre los Estados miembros”.
Como se dice, este modelo sustituiría el actual centrado en las ayudas estatales, aportando una mayor eficiencia, ya que estos fondos de la UE deberían estar dirigidos a corregir los problemas de funcionamiento del mercado. Como ejemplos se especifica, un apoyo más definido a las políticas de I+D o a la mejora de la coordinación entre industrias.
Más flexibilidad en las políticas de competencia
En el capítulo dedicado a las políticas de competencia, Draghi trata de conciliar los intereses de todas las partes: sociales y empresariales. Reconociendo que las fusiones y adquisiciones pueden tener consecuencias negativas para los consumidores (precios más altos y menos oferta) y los trabajadores (sueldos más bajos y redundancia), se pide a las autoridades “mayor visión de futuro y agilidad”. El objetivo es priorizar el componente de innovación en estas operaciones.
Como ejemplo, se habla del sector tecnológico. “La innovación en este sector es rápida, y las evaluaciones de las fusiones deben valorar cómo afectará la concentración propuesta al futuro potencial de innovación”, asegura, para luego recordar: “Esta evaluación es más compleja que la simple evaluación del efecto sobre los precios de una fusión”.
Su objetivo es asegurar que las empresas europeas puedan alcanzar el tamaño necesario para convertirse en actores globales en áreas estratégicas como la IA, los semiconductores, el almacenaje de datos en la nube o la computación cuántica.
Un mercado de capitales que apoye a la innovación
Como ya se ha comprobado, la innovación es uno de los vectores claves del Informe Draghi para impulsar la competitividad. Las medidas propuestas son muy variadas, por ejemplo, instaurar un sistema único de patentes, pero la clave está en su apuesta por mejorar el sistema de financiación.
Para ganar eficiencia, se proponen medidas como mejorar la coordinación de las inversiones de I+D entre los Estados miembros o mejorar el sistema de capitales con unas entidades diseñadas para apoyar las inversiones de innovación (más capital riesgo y menos bancarización).
La legalidad no puede frenar la innovación
Draghi reconoce que Europa perdió la oportunidad de ser protagonista de la primera revolución digital de los años 90 del pasado siglo, y desde entonces hay una clara distancia frente a Estados Unidos y China. Sin embargo, identifica potencial para cambiar este equilibrio en el futuro, confía en las capacidades tecnológicas y la sólida posición en áreas como la informática de alto rendimiento (high-performance computing) permitiendo recuperar la iniciativa en áreas como la nueva robótica y la inteligencia artificial.
Llegamos aquí a uno de los puntos más polémicos del informe. De hecho, en opinión de muchos observadores, el documento puede interpretarse como una invitación a una lectura más laxa de ciertas regulaciones, es el caso del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD). Para Draghi, esta ley peca de una complejidad e inconsistencias que puede erosionar los avances en materias como la inteligencia artificial (IA).
También se señala que la aplicación de la Ley de IA debe servir para dinamizar, no para frenar. Advierte de que los próximos cinco años son críticos para garantizar una integración sólida de esta tecnología en sectores industriales clave como la fabricación avanzada y la robótica industrial, la química, las telecomunicaciones y la biotecnología.
Y en este contexto, pide que todas las partes implicadas promuevan una regulación europea más armónica que evite las superposiciones en la aplicación de las normas en los distintos estados. Un mensaje transversal en todo el documento que además incide en flexibilizar las reglas de la competencia protegiendo los sectores estratégicos.
Sostenibilidad y responsabilidad medioambiental
Draghi no olvida el desafío medioambiental, hoy tan presente en los consejos de administración. De hecho, en la publicación El Informe Draghi no debería terminar en un cajón, de Real Instituto Elcano, se señala como segundo gran desafío del documento, “compatibilizar de forma adecuada descarbonización y competitividad”. Según Judith Arnal, coautora de este análisis junto a otros tres investigadores principales del centro de estudios internacionales: “El informe plantea que la descarbonización, bien planteada, puede convertirse en una fuente de competitividad, pero mal planteada (sobre todo de forma descoordinada y dependiendo en exceso de tecnologías chinas subvencionadas), puede hundirla”.
La recomendación de Draghi a las empresas es considerar su impacto ambiental y adoptar prácticas que promuevan la sostenibilidad, alineándose con las expectativas sociales y regulatorias, pero sin hipotecar su rentabilidad y competitividad.
Energía más barata
Una de las rémoras de la competitividad europea es un precio medio de la energía superior al que los agentes económicos pagan en otros mercados. En su informe, Draghi se muestra como una claro defensor de la descarbonización, pero pide a Europa que se centre en las tecnologías en las que es líder o en las que es estratégico desarrollar capacidades (es el caso de las baterías).
Rebaja de la fiscalidad y modificaciones en el modelo que fija los precios en la actualidad son otras propuestas para reducir la factura energética del usuario final. Aún más audaz es su apuesta por la compra conjunta. En realidad, esta es una iniciativa que recorre transversalmente todo su informe, y no es otra que el aprovechamiento de las economías de escala de la Unión Europea para negociar a nivel internacional la compra de insumos estratégicos, incluida la energía.
La compra conjunta de gas natural o de crudo permitiría además pensar en el desarrollo de reservas estratégicas comunes. Estas estarían destinadas a dar estabilidad a los precios y seguridad frente a las emergencias, como la ocurrida con el estallido del conflicto de Rusia y Ucrania.
El mercado de una defensa autónoma
Avanzar hacia una seguridad autónoma del territorio europeo, lejos de la dependencia actual de Estados Unidos, es la tercera gran apuesta del informe Draghi tras la construcción de un tejido industrial innovador y la descarbonización. Y esta mejora de la seguridad en un entorno geopolítico convulso tendrá un gran impacto económico que debe monitorizarse desde el consejo de administración.
Avanzar hacia políticas de defensa autónomas requiere de grandes inversiones y el desarrollo de políticas transeuropeas similares al modelo Airbus. En realidad, desde la visión del economista italiano, la realidad es que para superar la brecha tecnológica que en la actualidad separa a Europa de EE.UU. o China es imprescindible crear una industria militar propia: «El crecimiento inicial de Silicon Valley en las décadas de 1950 y 1960 se apoyó en gran medida en la inversión en defensa, mucho antes de que surgiera el actual sector del capital riesgo», escribe en su informe.
La factura millonaria del Informe Draghi
¿Qué inversión requiere poner en práctica la hora de ruta Draghi? El economista no olvida presupuestar el coste de sus propuestas y la factura es fabulosa. Pide una inversión anual de 750.000 a 800.000 millones de euros, que en gran parte deberá cubrirse con la iniciativa privada.
También se sugiere crear un fondo especial activando una medida de gran controversia en el seno de la UE, la deuda común. En su opinión, se trata de una fórmula que distorsiona menos los presupuestos nacionales y contribuye a profundizar el mercado único. Y es que detrás del Informe Draghi, late un profundo convencimiento de que el mantenimiento del modelo socioeconómico del Viejo Continente solo será sostenible dentro del proyecto de la UE.