4 abril 2023

Del dicho al hecho: la estrategia de sostenibilidad en el buen gobierno

El 93% de las empresas europeas que han anunciado cero residuos netos para 2050 no podrá cumplir su promesa: ¿qué está frenando los avances en las políticas de sostenibilidad?      

La gran empresa europea avanza en su compromiso con la sostenibilidad. Del millar de las grandes organizaciones, el 34% ha anunciado que alcanzará las cero emisiones netas en 2050, según estimación de Accenture (Accelerating global companies toward net zero by 2050). Dato que demuestra hasta qué punto la sostenibilidad ya forma parte esencial de las políticas de gobierno corporativo.

“Sin embargo, a no ser que las compañías aceleren su descarbonización, el 93% no cumplirá sus objetivos”. La afirmación de la consultora en el citado informe refleja la distancia que puede mediar – y de hecho media – entre el deseo y la realidad.

El balance final de la Cumbre Climática de Egipto (COP27) tampoco invita al optimismo. La aprobación sobre un fondo de compensación de pérdidas y daños para los países más vulnerables, podría ser una victoria para esta cita de la ONU en territorio africano, aunque la escasa concreción en las vías de financiación ensombrece el logro.

Pero la peor noticia ha sido ver cómo se aleja el objetivo estrella del Acuerdo de París. Pese a la insistencia de la UE, ha resultado imposible que la declaración final incluyera de forma inequívoca su compromiso para frenar el calentamiento global por debajo de los 1,5 grados.

En conclusión, pese a que la sostenibilidad acapara la discusión de la alta política y del gobierno de la gran empresa, los avances reales no parecen refrendar del mismo modo este interés.

Más que reputación, supervivencia

Por un lado, las grandes organizaciones son conscientes de que la gestión desde criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG en sus siglas en inglés) ha pasado de ser un decisivo componente reputacional a una cuestión de pura supervivencia económica.

Más aún en Europa, el continente que quiere liderar el cambio. Iniciativas como el Pacto Verde (Green Deal) tratan además de acelerarlo con la aprobación de un paquete de políticas, cuyo objetivo es avanzar de forma decisiva hacia una verdadera transición ecológica. Ahora que la guerra en Ucrania ha evidenciado los peligros de la dependencia energética rusa, más que nunca.

La sociedad también reclama a las organizaciones avances en esta dirección. Desde la consultora global de pricing, Simon-Kucher & Partners, se asegura que “el 32% de todos los consumidores están dispuestos a pagar más por productos y servicios sostenibles en todas las categorías” (2022 Global Sustainability Study: The Growth Potential of Environmental Change).

Sin embargo, pese al convencimiento de las propias organizaciones, el mandato legislativo, las ayudas públicas y la demanda del mercado, el cambio no es sencillo. Pero es que ¿alguien pensó que avanzar hacia una sociedad equitativa y próspera, con una economía moderna y sostenible, iba a ser fácil?

Seis frenos para avanzar en sostenibilidad

“Más del 40% de los directores menciona la capacidad de ejecución de las empresas como una de las mayores amenazas para mejorar su desempeño de ESG”.  El estudio de Boston Consulting Group y la escuela de negocios INSEAD identifica, además, el combate con el cambio climático como la misión más importante entre los criterios ESG (estudio Directors Can Up Their Game on Environmental, Social and Governance Issue).

Pero este trabajo no se conforma con el diagnóstico, trata de identificar las verdaderas causas que en el seno de las organizaciones frenan el avance de los criterios de sostenibilidad. Y se apuntan seis razones relacionadas con el gobierno corporativo:

  1. Falta de compromiso fuerte, visible y consistente de la dirección con la agenda de sostenibilidad. Los cuadros directivos sénior limitan la credibilidad de la apuesta de la organización por la sostenibilidad, al no apoyarla decididamente ante los grupos de interés. Una práctica contraria a la que se observa en las empresas líderes en sostenibilidad.
  2.  Responsable vitalicio en sostenibilidad. El segundo de los frenos más habituales identificado es el de haber nombrado a un responsable de sostenibilidad en un momento temprano del proceso (incluso antes de haber definido la estrategia), manteniéndole en el cargo con independencia de lo acertada o no de su gestión. Desde la consultora se anima a evolucionar en la misión de este rol, y vincularlo de forma más efectiva con cada responsable de unidad de negocio.
  3. Compromiso sin rendición de cuentas. La gestión medioambiental debe ser monitorizada, y la remuneración de su responsable y del equipo, estar vinculada a la consecución de resultados.
  4. Problemas de coordinación. Cuando el equipo central de sostenibilidad no está bien imbricado con cada área de negocio, se limita la capacidad de acción. Escenario que ralentiza la ejecución de las decisiones tomadas.
  5. Falta de integración de sostenibilidad en el modelo de negocio. La integración real de los criterios ESG es imposible, si cada empresa no es capaz de identificar las oportunidades de mercado e innovación que para ella representa. Las empresas fallan cuando no incorporan consideraciones de sostenibilidad en los procesos comerciales y en la toma de decisiones del día a día.
  6. Brecha de talento. Como sexto freno el estudio, identifica incapacidad en el conocimiento y habilidades del equipo. Frente a esta situación, otras empresas forman a estos equipos de forma específica.

Dos claves para avanzar en la buena dirección

En conclusión, no basta con que la organización se comprometa con los objetivos de sostenibilidad, ni siquiera con que defina su estrategia y nombre responsables. Para que la organización disfrute de un avance real en sostenibilidad y adapte su organización a la nueva economía, debe lograr el fuerte compromiso y supervisión del consejo de administración y convertir la sostenibilidad en motor de crecimiento, identificando oportunidades y adaptando su modelo de negocio en esa dirección.

Pero incluso así, pueden seguir existiendo dificultades: ¿qué es sostenible y qué no?

Los expertos reclaman unos medidores más estandarizados para poder evaluar el grado de cumplimiento o no y el impacto real de las muchas medidas que en nombre de este objetivo mundial común anuncian las grandes compañías. Unos medidores que sirvan tanto de puertas adentro, para evaluar si realmente se avanza en el objetivo, como de afuera, para comunicar a la sociedad los logros con objetividad y veracidad.

Y puede que parte de la solución ya exista. Índices como el pionero Dow Jones Sustainability (DJSI) de S&P (Standard and Poor ‘s) llevan marcando el paso ininterrumpidamente desde 1999, definiendo unos criterios que, al menos, pueden servir de guía para establecer un control interno.

Algo que ya monitoriza parte de la gran empresa española. De hecho, en la edición DJSI 2022, presentada este mes de diciembre, de las 332 compañías que forman parte del estudio final, 15 son españolas: Amadeus, Acciona, BBVA, Bankinter, CaixaBank, Enagás, Endesa, Ferrovial, Grifols, Iberdrola, Inditex, Indra, Red Eléctrica, Santander y Siemens Gamesa Renewable Energy. Su ejemplo junto al de otras muchas demuestra que cuando la empresa se esfuerza por crear un entorno dinámico de cambio, se avanza.