Perspectivas

9 mayo 2022

Cómo afianzar la misión de las fundaciones a través de la estrategia de buen gobierno corporativo

Las fundaciones pueden aprender del esfuerzo realizado por la empresa en materia de buen gobierno corporativo para dotar a sus estructuras de independencia y a su misión de eficiencia.

Las fundaciones son actores clave en el desarrollo social y económico español. Una aportación que cada vez asumen con mayor responsabilidad, como demuestra su creciente esfuerzo por mejorar su gestión y transparencia mediante la incorporación de buenas prácticas de gobierno corporativo.

La fotografía del sector fundacional en la España de 2022 reúne a 9.218 fundaciones con una actividad conjunta cercana al 0,8% del PIB español. También según las cifras de la Asociación Española de Fundaciones (AEF), de su acción se benefician 43,7 millones de personas en áreas como la social, educativa, medioambiental, de investigación o cultural entre otras.

Es precisamente esta creciente actividad la que lleva al llamado tercer sector a reflexionar sobre unas prácticas de buen gobierno que ayuden a “construir consensos sobre los ejes que pueden determinar su viabilidad y sostenibilidad, además de plantear propuestas de futuro”, según recomienda la consultora PwC en el informe El buen gobierno en el sector fundacional, realizado para la AEF.

El gobierno corporativo en el sector fundacional

Los gestores de las fundaciones solicitan más apoyo institucional, piden a sus patronos mayor implicación para clarificar un horizonte temporal que les permita trazar planes estratégicos ambiciosos en el largo plazo o incorporar nuevos miembros, siempre que compartan su filosofía fundacional.

Estas peticiones representan el sentir generalizado entre los patronos sobre la estructura de gobierno y el funcionamiento de sus fundaciones. Opiniones recabadas a través de las 500 encuestas que se realizaron para este estudio, y que permiten afirmar a los técnicos de PwC que las tendencias de buen gobierno observadas en el ámbito empresarial pueden ser tomadas en consideración por las fundaciones, para mejorar aspectos fundamentales como su acción o avanzar en transparencia y comunicación.

El gobierno corporativo como apoyo a la estrategia fundacional

De este modo se entiende que las fundaciones que avancen en su buen gobierno corporativo impulsarán de forma más decidida sus principios fundacionales, y además lo harán fortaleciendo su estabilidad estructural y temporal. Para ello se propone trabajar en tres medidas:

Fomentar la composición adecuada del patronato

Con el objetivo de que el patronato se convierta en el órgano fundamental que dirija a la organización hacia sus retos futuros, se apuesta por encontrar “una combinación adecuada de miembros ejecutivos de la fundación y otros externos e independientes que puedan supervisar las actividades con una visión más crítica”.

Del mismo modo, se propone incorporar la opinión de otros grupos de interés, que enriquezcan la visión y análisis de la fundación impulsando otros comités como el Consejo Asesor.

Por otro lado, se anima a recoger los derechos y obligaciones de los diferentes órganos de gobierno y sus miembros, “concretando las pautas de diligencia que, inspiradas por la ética y de acuerdo con la ley, han de presidir su actuación”.

Evolucionar hacia órganos de gobierno más implicados

Otra de las prioridades de la fundación para avanzar hacia el buen gobierno, pasa por implicar más y mejor a los patronatos y patronos en su actividad. Un paso decisivo para convertir un órgano excesivamente representativo, en ejecutivo de las decisiones que a diario debe tomar la organización. La creación de comisiones delegadas con competencias en áreas específicas, puede ser también de utilidad en este empeño.

Introducir y adoptar nuevas prácticas de buen gobierno

Esta línea de actuación invita a adoptar normas y códigos de buen gobierno compatibles con sus estatutos y que contribuyan “al eficaz logro de sus fines, a conseguir un mayor impacto social y, fundamentalmente, a vivificar y fortalecer los principios inspiradores de la misma”. Ejemplos de estos procedimientos son sistemas de autoevaluación y renovación del patronato, separación de los cargos de presidente y primer ejecutivo, establecimiento de medidores de seguimiento y evaluación de resultados, o auditorías de cuentas.

Transparencia y comunicación 

Internet ha impuesto un ejercicio de mayor transparencia a todas las organizaciones, que el tercer sector ha sabido aprovechar mejorando su transparencia y comunicación. Pero, reconocido el esfuerzo, el estudio promovido por la AEF identifica un amplio margen de mejora en estas áreas. En consecuencia, se pide ambición a las políticas de comunicación: “Deberían asumir unos niveles mayores de transparencia, considerando la propia responsabilidad social inherente a su actividad”, afirman los autores.

Y como herramientas para avanzar, se citan algunas como una mejor definición de su misión y un exhaustivo detalle de todas las acciones realizadas, incorporando además medidores de resultados. Del mismo modo, se invita a dar un paso más en la información de sus cuentas auditadas, así como en los perfiles y experiencias de los miembros de los órganos de gobierno.

Rendición de cuentas

Otra de las áreas de trabajo de buen gobierno apunta a la rendición de cuentas sobre la gestión de los recursos frente a donantes y beneficiarios. “En términos generales, los grupos de interés deben estar informados debido a su rol de financiador del sector fundacional, unas veces directamente, mediante sus aportaciones y otras, indirectamente, en tanto las fundaciones disfrutan de beneficios fiscales y son receptoras, en algunos casos, de subvenciones públicas”.

Crear protocolos de información y contar con servicios de auditoría externos son las medidas propuestas. En los casos en que los costes de esta última medida pudieran ser desproporcionados en relación con los recursos de la fundación, sería suficiente “con un control interno eficaz y eficiente”.

Publicación de calidad

En muchas ocasiones, menos es más. Desde PwC se cuestionan las políticas de contenidos por el modelo de inundación, que llenan las redes de informaciones irrelevantes de escasa calidad contribuyendo a la infoxicación. Para evitarlo, se recomienda realizar documentación adecuada a cada grupo de interés, garantizando un canal de acceso sencillo y un nivel de comprensión idóneo.

Otras medidas para avanzar en el buen gobierno

Dada la transversalidad de las políticas de buen gobierno corporativo, la hoja de ruta trazada para las fundaciones pone énfasis en otros aspectos esenciales:

  • Avanzar hacia una gestión profesional y eficiente. Lo que implica la profesionalización de sus plantillas, impulsando una adecuada gestión con la redacción de un manifiesto de derechos y obligaciones. En el área de procesos también se pide un esfuerzo en su análisis para ganar eficiencia.
  • Flexibilidad y adaptación. Las fundaciones también se ven amenazadas por el clima de incertidumbre con que ha arrancado el siglo XXI, una coyuntura para la que es esencial construir estructuras flexibles: “Flexibilizar no significa renunciar a la identidad de la fundación, sino desarrollar un modelo y estructura de gestión que permitan adaptarse de manera más ágil a los cambios en el entorno”.
  • Control y gestión de riesgos. El valor social que aportan las fundaciones se cuestiona si no son capaces de identificar y gestionar los riesgos que amenazan su viabilidad.
  • Control y supervisión financiera. En un contexto de creciente dificultad de captación de fondos por parte de las fundaciones, el sector debe abordar cambios en su modelo de financiación: “El reto actual para muchas entidades es compensar las subvenciones que ya no reciben por aportaciones de los ciudadanos, de grupos de la sociedad civil, de empresas, de fundaciones filantrópicas y de instituciones públicas internacionales”.